31 marzo, 2009

Indefensión vs superstición

Hoy toca hablar de un interesante debate dentro de la psicología básica (y, para los que de principio crean que va a ser un coñazo, sostengo que la básica es fascinante). Se trata de una situación muy típica en psicología, en la cual en dos condiciones aparentemente iguales se producen dos fenómenos totalmente distintos. En este caso, hablaremos de la indefensión aprendida y de la superstición o ilusión de control.

La indefensión aprendida tiene lugar cuando se somete a un animal a una situación en la que se presentan estímulos o eventos aversivos (p. ej. descargas), que no están señalizados. Esto los convierte en incontrolables e impredecibles (que al fin y al cabo es casi lo mismo: predecir un evento permite controlarlo). Esta situación produce un síndrome en el animal que consiste en: un déficit motivacional (la rata no huye de la descarga, se vuelve pasiva), un déficit cognitivo (la rata muestra dificultades para aprender en posteriores situaciones en las que el EI sí está precedido por un EC, y es por tanto predecible), y un déficit afectivo. Para los autores que desarrollaron esta idea, es como si el animal aprendiera que no hay nada que hacer y se rindiera a su suerte. La numerosa investigación animal sobre el fenómeno contribuyó a eliminar hipótesis alternativas al déficit, y consolidó a la indefensión aprendida como una nueva forma de aprendizaje, no observada con anterioridad. Lo que se aprendía, para estos autores, era sencillamente que el evento era incontrolable. A raíz del éxito de este planteamiento, se decidió dar el gran salto a los humanos. Para muchos, no pasó desapercibida la enorme semejanza entre el síndrome de indefensión y la depresión, por lo que no se tardó en crear una teoría de la depresión por indefensión aprendida. Según ésta, si se daban una serie de condiciones en la vida de las personas, desarrollaban depresión a través de este mecanismo. Los requisitos eran percepción de incontrolabilidad de los eventos externos (y recalco lo de percepción), atribución interna (es decir, atribuír la falta de control a la propia incapacidad), percepción de estabilidad (es decir, creer que la situación se va a mantener en el tiempo), y generalización (creer que la situación se da en todas partes). No es raro que una persona tenga este tipo de cogniciones cuando pasa por algún momento difícil, en el que ocurren cosas fuera de su control (muerte de familiares, pérdida de empleo…). La teoría se fue matizando, pues no todas las personas que pasan por situaciones que a priori provocarían indefensión acaban deprimidas. Por ello, se distinguió entre depresión endógena (en la que la vulnerabilidad biológica tenía un mayor peso) y la depresión reactiva (en la que las condiciones ambientales tenían más protagonismo). Se realizó numerosa investigación con humanos para comprobar que la indefensión aprendida de hecho se producía, al menos en situaciones de laboratorio, y durante un tiempo esta teoría gozó de notable éxito.

Sin embargo, siempre surgen voces críticas. Las más demoledoras se basaron en un descubrimiento de Skinner. Éste sometió a palomas a unas condiciones en las que se les dispensaba automáticamente comida, de forma incontrolable e impredecible. Tras un tiempo, observó que cada paloma había desarrollado un patrón de conducta distinto, como si “creyeran” que su realización provocaba de hecho la aparición de comida. Ocurría que, aleatoriamente, se reforzaba alguna conducta de la paloma, lo cual acababa provocando una especie de comportamiento supersticioso o ritualista. Esto parece contradecir la hipótesis de la indefensión aprendida, según la cual las palomas deberían aprender que el estímulo es incontrolable. Existen diferencias importantes, pues en este experimento se usan estímulos apetitivos en lugar de aversivos; sin embargo, este planteamiento supone un duro reto para la teoría de la depresión por indefensión aprendida, pues ésta supone que la depresión ocurre cuando la persona percibe que los eventos del ambiente ocurren independientemente de lo que haga. En la búsqueda por la variable clave para que se produzca indefensión aprendida en humanos, se halló que los experimentos en los que se hallaba indefensión aprendida en sujetos humanos se caracterizaban por tener feedback de error. Esto es, en tareas de resolución de problemas irresolubles (incontrolables por tanto), se decía al sujeto que sus respuestas eran incorrectas; y en tareas de evitación de estímulos aversivos incontrolables (un ruído fuerte y molesto) se decía que su acción no era la adecuada para evitar el evento. En experimentos en los que se eliminó el feedback de error, los sujetos tienden a desarrollar ilusión de control, esto es, a creer que su respuesta realmente sirve para algo. Es más, si se les decía al final que realmente lo que habían hecho estaba todo mal, muchos sujetos no se lo creían. Estos experimentos ponen de manifiesto que en realidad la indefensión aprendida no ha sido demostrada en humanos, pues el feedback de error puede ser una explicación alternativa al fenómeno. Y es difícil crear una situación en la que la persona perciba falta de control sin feedback, pues los humanos tenemos la tendencia a formular hipótesis explicativas de cada cosa que nos pasa, lo cual nos lleva muchas veces a la superstición, o a una falsa sensación de control.

Las posturas más conciliadoras consideran que indefensión y superstición pueden ser los dos extremos de un continuo. Por ejemplo, una persona que ha sido diagnosticada de una enfermedad incurable podría tomar dos cursos de acción: darse cuenta de que la terapia no vale para nada, y de que la enfermedad está fuera de su control, lo cual degeneraría en depresión; o por el contrario desarrollar la creencia de que posibles mejorías transitorias se deben a terapias o actividades que pruebe el paciente, lo cual llevaría a superstición (y por qué no, esperanza). Este punto de vista es coherente con la observación de que los sujetos deprimidos tienden a mostrar menos ilusión de control que sujetos no deprimidos. La superstición surge de la creencia de que el ambiente se puede controlar, y la depresión de que no se puede. La investigación sobre el tema nos dirá bajo qué condiciones tiene lugar cada una.

16 marzo, 2009

Maconochie y la reinserción penal

La economía de fichas es un sistema terapéutico basado en el moldeamiento, que puede aplicarse a grupos. Básicamente consiste en proporcionar refuerzo positivo ante ciertas conductas objetivo, habitualmente en forma de fichas o puntos canjeables por premios o privilegios deseados por el sujeto. En ciertos programas se aplica también castigo negativo ante conductas inadecuadas, en forma de pérdida de fichas. El sistema en cuestión es enormemente útil y valioso para reinsertar a enfermos psiquiátricos y delincuentes, fomentando las conductas socialmente aceptadas e inhibiendo las inadecuadas. Parece evidente que este sistema fue ideado dentro de la corriente conductista de mediados del siglo XX. Sin embargo, los antecedentes se remontan por lo menos a un siglo antes.

A mediados del siglo XIX, Alexander Maconochie, funcionario de prisiones del Imperio Británico, aplicó con éxito un programa de economía de fichas. Su trabajo nunca llegó a ser reconocido, y su historia merece ser, si bien brevemente, contada. Para ello me baso en el relato que de esto hace Hans J. Eysenck en su libro “La rata o el diván” (1972).

Maconochie fue enviado a trabajar a las colonias oceánicas en 1837, cuando le fue solicitado que investigara sobre el deficiente sistema penitenciario británico. Sus propuestas, demasiado renovadoras y rupturistas, provocaron su destitución. Curiosamente, unos años después fue nombrado superintendente de una colonia penal, la isla de Norfolk, en la cual aprovechó para aplicar y comprobar sus ideas. En contra del sistema de castigo por venganza que imperaba entonces en las prisiones (y, en mi opinión, sigue imperando ahora) la idea de Maconchie se resume en esto: “Pienso que las condenas temporales son la raíz de casi toda la desmoralización que existe en prisión. Un hombre bajo sentencia temporal sólo piensa en cómo engañar durante ese tiempo y después; rehúye el trabajo porque no le interesa para nada y no desea agradar a los funcionarios a cuyas órdenes está porque de nada le sirven, no pueden promover en alguna forma su liberación. (…) Ahora bien, estos (…) males se remediarían introduciendo el sistema de redención por el trabajo.” Esto es, proponía una idea de rehabilitación de los delincuentes, más allá de una prefijada condena estéril cuyo único objetivo es mantener a los criminales lejos de la sociedad. Entre las medidas que promovió estaban las condenas indefinidas, la educación para la reintegración en la sociedad, la separación y clasificación de prisioneros para crear una dinámica favorable de grupo, la participación activa de los reclusos en la vida de la prisión, el contacto directo de las autoridades con los presos, sistemas educativos y formativos para los reos, el permiso para llevar a cabo trabajos ocupacionales voluntarios (como cultivar un jardín), entre otras cosas. Para Maconochie, la función de la prisión era socializar a los presos, y para ello debía parecerse todo lo posible al mundo exterior.

Las ideas de Maconochie se hicieron realidad en la prisión de Norfolk, en la que se aplicó un sistema de condenas de trabajo, en lugar de temporales. Para evaluar el progreso de este trabajo, los presos debían conseguir “notas de recomendación”, que era posible obtener por medio de la realización de distintas tareas y por buena conducta. El preso empezaba de 0, y a medida que iba ganando “notas” podía mejorar sus condiciones de vida mediante la ganancia de privilegios, cuyo valor dependía del número de “notas”. Las malas conductas no se castigaban con los métodos al uso en la época, sino con multas en forma de pago de estas “notas” y pérdida de privilegios. En etapas avanzadas, los presos se juntaban en grupos y eran evaluados como tal, siendo las ganancias y las pérdidas compartidas. Con esto se pretendía que las condiciones a medida que avanzaba la condena y se acercaba la liberación fueran cada vez lo más parecidas posibles a la vida real. Como podemos ver, estos procedimientos son muy parecidos a los utilizados en las “economías de fichas” actuales, y resultan un planteamiento sorprendentemente moderno, incluso para hoy en día. Uno no puede dejar de admirarse de que tales cosas se idearan a mediados del siglo XIX.

La eficacia de los planes de Maconochie, sin embargo, se vio seriamente comprometida por ciertos factores: la presión de las autoridades, las penas temporales que algunos presos debían cumplir al margen del régimen de trabajos, las malas condiciones en las que llegaban los presos (constituían lo peor de la delincuencia del Imperio, sometidos a torturas y vejaciones por el sistema penitenciario inglés), la falta de ayuda económica, la hostilidad de los colonos (como siempre, la plebe pide venganza y sangre), el aislamiento de la isla… Finalmente, Maconochie fue injustamente destituído en 1844, cuando su proyecto estaba comenzando a alcanzar los resultados deseados. A pesar de las calumnias y falsedades que sufrió por parte de muchos funcionarios, su éxito quedó reflejado en muchos otros testimonios, que atestiguan que la conducta de los presos tanto dentro como fuera de la prisión cambió enormemente. Muchos se convirtieron en ciudadanos de bien, crearon negocios, fundaron familias, y jamás volvieron a delinquir. La escoria del Imperio se transformó en “los hombres del capitán Maconochie”, símbolo de lo que puede llegar a hacer un sistema penitenciario adecuado. No se puede afirmar mucho más sin ayuda de un análisis cuantitativo, pero el hecho de que existan testimonios positivos tras la intensa campaña de difamación que el gobierno emprendió contra este proyecto es revelador. Cuesta creer que, a pesar de todo, la experiencia fuera considerada como un fracaso y Maconochie acabara siendo destituído y enviado a otra prisión, con un rango subordinado e incapacidad para aplicar ninguna de sus ideas.

Y, hoy en día, en España la gente pide cadena perpetua. En lugar de investigar sobre el legado que Maconochie dejó en el campo de la ciencia penal, en lugar de tratar de aplicar la ciencia para mejorar la sociedad y a las personas, la gente, la chusma, sigue pidiendo venganza y sangre como hace más de un siglo, promoviendo la aplicación de sistemas que llevan demostrando ser ineficaces toda nuestra historia y fomentando la desadaptación y la marginación de las personas que han delinquido.

12 marzo, 2009

La Caja Roja (III)

Los motivos que llevan a alguien a acudir a la tv pueden ser muy variopintos. Desde fama, exhibicionismo, para sacarse unas perrillas… Pero ¿Por qué la gente va al psicólogo?

A diferencia de la telebasura, una persona decide visitar a un psicólogo por motivos bien distintos, porque tiene un problema, un problema que demanda solución y que le ocasiona el suficiente deterioro a su vida como para plantearse buscar ayuda profesional.

El psicólogo por su parte tiene el deber ético de ayudar a esta persona con su sufrimiento y además debe hacerlo de la forma más eficaz que pueda. Para ello debe seleccionar el mejor tratamiento posible para las circunstancias de ese sujeto. No el tratamiento más bonito, el más espectacular o el más innovador, no señores, el mejor.

Y más de uno se preguntara: ¿Cómo se sabe cuál es el mejor tratamiento? La respuesta es en principio sencilla. Mediante una extensa, ordenada y rigurosa revisión de la investigación realizada hasta hoy sobre la eficacia de los tratamientos psicológicos. La investigación empírica es la que nos permite seleccionar aquellos tratamientos más útiles para un determinado problema en base a efectividad y eficiencia.

Hasta este punto, todo parece bastante lógico, si nosotros disponemos de un abanico amplio de tratamientos con efectividad demostrada en diversas investigaciones científicas, acudiremos a aquellos tratamientos que, habiendo sido demostrados previamente, obtengan estadísticamente el mejor resultado. ¿Para qué recurrir a tratamientos que no ofrecen garantías de éxito, o incluso tratamientos que habiendo sido ya investigados obtienen un porcentaje de éxito clínico bajo?

Ilustremos esta idea con un ejemplo, pongamos en el caso de una mujer con miedo a volar en avión, la investigación nos dice que una terapia de desensibilización sistemática es efectiva para el 92% de los casos que presentan esta patología concreta. Visto lo visto, no se me ocurre ninguna razón, para que nosotros optáramos por otro tratamiento distinto al primero, a no ser que un tratamiento demostrara repetidas veces en la investigación y mas allá de toda duda superar este éxito terapéutico del 92% de pacientes “curados” con éxito.

Ya dimos unas breves pinceladas de como se hacía una investigación seria: requiere años de estudios, de publicación en revistas especializadas, pasar unos exámenes de rigurosidad en la investigación y controlar todas las variables posibles para poder asegurar que la causa de la mejora es el tratamiento y no otro factor que se nos escapó al estudio. Cuando varias investigaciones van en la misma dirección, sabemos con bastante certeza que el tratamiento funciona, y no solo eso, también sabemos en qué tipo de pacientes funciona, con qué porcentaje de éxito, qué pasos del tratamiento son útiles, cuáles van en detrimento de la efectividad, a qué pacientes no se debe tratar con esta técnica, etc.…

Ahora vamos a ver como se hace una patochada como La Caja: 0 estudios, 0 investigación, 0 publicaciones en revistas prestigiosas, 0 bases teóricas demostradas, 0 exámenes pasados con éxito, 0 colaboraciones con universidades, hospitales u otros centros, 0 en rigurosidad, 0 reconocimiento de la comunidad científica...

A los resultados me remito. Se puede usar toda la palabrería que se quiera, pero los datos están a la vista.

Despues de años de debates aún sigo esperando alguien que me dé razones que justifiquen aplicar tratamientos ajenos al ámbito de la ciencia, no demostrados y cuyos resultados son totalmente impredecibles. Que no ofrecen ninguna garantía de mejora al paciente, y que en el peor de los casos podrían ser hasta perjudiciales agravando su enfermedad.
La caja es como un retorno a los tiempos prehistóricos, volviendo a una epoca oscura de superstición y magia, donde algo era bueno simplemente porque lo dijera el chamán de la tribu. ¿Tantos años de evolución de la ciencia para acabar aplicando "tratamientos" artísticos en vez de investigación objetiva?

11 marzo, 2009

El síndrome de abstinencia del café

¿Uds. creían que el café era una droga blanda? Pues se equivocan. En realidad la cafeína es una sustancia bastante adictiva y cuyo síndrome de abstinencia puede ser considerablemente desagradable. En una revisión de 66 estudios sobre esta temática (Juliano y Griffiths, 2004), se hallaron 10 síntomas que cumplían los criterios de validez (bastante conservadores) establecidos por los autores, y otros 39 han sido observados pero se carece de evidencia suficiente para categorizarlos dentro del síndrome. Los 10 síntomas son: dolor de cabeza, disminución del estado de alerta, fatiga, disminución de la activación, humor deprimido, somnolencia, disminución de la satisfacción, dificultades de concentración, irritabilidad y obnubilación. Otros tres síntomas (síntomas gripales, náusea y dolor y rigidez muscular) también estarían incluidos usando criterios menos conservadores. Los síntomas ocurrirían unas 12-24 horas después de la última ingesta, con picos de intensidad tras 20-50 horas, y con una duración de unos 2 a 9 días. Evidentemente, la severidad de los síntomas dependerá de la cantidad diaria ingerida, pero se sabe que a partir de 100 mg/día (¡menos de una taza de café!) ya aparecen. La evitación de este síndrome de abstinencia puede llevar a un mayor consumo, lo cual puede acabar convirtiéndose en una verdadera adicción. En otras palabras, cuando el proceso primario (o efecto producido por la droga) desaparece, tras la eliminación de la sustancia por el organismo (lo cual puede tardar de 4 a 6 horas), el proceso oponente (o efecto producido por el organismo para compensar el producido por la droga, y que va en la dirección opuesta) mantiene su efecto cierto tiempo produciendo la sintomatología antes descrita. Para eliminar esa sensación (fatiga, cansancio…) es posible que a uno se le ocurra tomarse otro café. Error. Esto puede degenerar en un patrón de consumo excesivo y por tanto en adicción. Tal adicción se denomina cafeinismo, y se considera que aparece con patrones de consumo de más de 600 mg/día.

Así que ya sabe: el café es una droga dura. Consúmalo con moderación.

La Caja Roja (II)

Mucho se debatió últimamente sobre si La Caja vulnera los principios del código deontológico de la profesión, si es ético, legal, o si se está aprovechando de la buena voluntad de la gente. Pues bien, la respuesta es muy clara, rotundamente SI.

Vamos a desempolvar nuestro viejo Código deontológico de la Comisión Deontológica Estatal del Colegio Oficial de Psicólogos a ver cuántos artículos incumple el susodicho programa.

- Artículo 6º
La profesión de Psicólogo/a se rige por principios comunes a toda deontología profesional: respeto a la persona, protección de los derechos humanos, sentido de responsabilidad, honestidad, sinceridad para con los clientes, prudencia en la aplicación de instrumentos y técnicas, competencia profesional, solidez de la fundamentación objetiva y científica de sus intervenciones profesionales

- Artículo 18º
Sin perjuicio de la legítima diversidad de teorías, escuelas y métodos, el/la Psicólogo/a no utilizará medios o procedimientos que no se hallen suficientemente contrastados, dentro de los límites del conocimiento científico vigente. En el caso de investigaciones para poner a prueba técnicas o instrumentos nuevos, todavía no contrastados, lo hará saber así a sus clientes antes de su utilización.

Como podemos apreciar en los 2 primeros artículos, la psicología exige tratamientos científicos y contrastados, tratamientos sólidos, cuya eficacia haya sido demostrada mediante experimentación. Y en caso de no existir esto siempre se comunicara al paciente de que se trata de un tratamiento experimental y cuáles son los riesgos.

La Caja no dispone de ningún tipo de experimentación, ni demostración, ni estudio que avale su eficacia. Es más, no solo no tiene estudios que la avalen, sino que no tiene ningún estudio directamente. Naturalmente, y como era de esperar, nadie informa de esto a los usuarios de la terapia (los fraudes hay que mantenerlos en secreto).

Y como aquí no hacemos acusaciones infundadas me remito a la página web de Tele 5

“Un equipo mixto de ingenieros y psicólogos ha desarrollado una tecnología pionera que permite dominar las emociones. Hasta ahora, sólo los miembros del equipo de investigación han probado la Caja Roja”

Y yo me pregunto, ¿Que probaron exactamente sin disponer de pacientes, ensayos clínicos o pruebas de laboratorio? ¿Probaron si se encendían bien las pantallas, o si la silla era cómoda?

- Artículo 21º
El ejercicio de la psicología no deber ser mezclado, ni en la práctica, ni en su presentación pública, con otros procedimientos y prácticas ajenos al fundamento científico de la psicología.

Veamos, no debe ser mezclado con prácticas ajenas al fundamento científico. Fíjate tú por dónde que poner imágenes de familiares en la tele, dibujos animados, o acudir a actos simbólicos es totalmente ajeno al fundamento científico de la psicología. Como también lo es la terapia gestáltica, la humanista, el psicoanálisis, u otras paridas que intentan mezclar con tratamientos que en principio podrían ser validos.

Recordar también que si se mezclan tratamientos (la caja mezcla como 5 o 6 en cada sesión) hay que realizar un estudio nuevo. Ya que la metodología estadística demuestra que si un tratamiento A funciona, eso no implica que un tratamiento A mezclado con uno B lo haga. Se debe realizar un estudio nuevamente. Esto en la caja no lo advertimos por ningún lado, vemos atónitos como se mezclan corrientes, escuelas, tratamientos y teorías sin ningún tipo de garantía de que este remix funcione.

Si las terapias son en principio relativamente estructuradas y tienen unos pasos a seguir no es por capricho, es por algo, no para que se cambien o reemplacen a gusto del terapeuta según considere que luce más bonito en televisión.

- Artículo 32º
El/la Psicólogo/a debe tener especial cuidado en no crear falsas expectativas que después sea incapaz de satisfacer profesionalmente.

"LA CAJA es mucho más que ir al psicólogo, es tener un equipo completo de terapeutas a tu disposición". "Es experimentar lo que nunca has sentido mientras hablas de lo que te obsesiona o lo que te impide llevar una vida normal". "LA CAJA te da las pautas para sobrellevar lo que te supera y para afrontar la vida con una nueva actitud". "Dicen que, en algunos casos, una hora dentro de LA CAJA equivale a más de 3 meses de terapia convencional".

No tengo palabras, esto debe ser la culminación de los cuentos chinos. Leamos con atención: ¡1 hora equivale a 3 meses! (Igualito que en la Sala del Tiempo y el Espíritu de Dragon Ball).
¡Es mucho más que ir al psicólogo! (ya… claro que sí, nosotros también creemos en las curaciones mágicas). Si esto no es crear falsas expectativas yo soy Caperucita Roja. Parece como el timo de curar el cáncer con ayuno y zumo de uva.

Profundicemos un poco mas en el tema. En psicología al igual que en medicina, se suele decir que no existen remedios mágicos ni instantáneos. La cosa lleva su tiempo y trabajo, un esfuerzo conjunto entre el paciente y su terapeuta.

Digamos por ejemplo que tenemos un paciente con depresión. Una terapia convencional para depresión mayor, haciendo un intento de estimación, podría durar sobre 6 o 7 semanas. Si una 1 hora de la caja puede equivaler a 3 meses de terapia, me están indicando que en 50 min pueden hacer lo que el resto de profesionales e instituciones (psicologos, psiquiatras, investigadores, doctores, medicamentos...) tardan semanas en hacer. ¿Esperan que alguien se trague esto? Y lo que es más preocupante, ¿Esperan que alguien se lo trague como acto de fe?.
Es indudable que asegurar que una hora en la caja puede ser analogo a una terapia de meses es crear una falsa espectativa y un contexto poco realista de terapia. Yo incluso me atreveria a decir que alegaciones como esta que nunca se cumpliran, son identicas a las artimañas que realizan los curanderos para captar clientes. Los remedios magicos, como veniamos apuntando anteriormente, no existen.

- Artículo 39º
En el ejercicio de su profesión, el/la Psicólogo/a mostrará un respeto escrupuloso del derecho de su cliente a la propia intimidad. Únicamente recabará la información estrictamente necesaria para el desempeño de las tareas para las que ha sido requerido, y siempre con la autorización del cliente.

Únicamente se recabará la información estrictamente necesaria para hacer la terapia. Creo que no pone por ningún lado que se recabarán todos los detalles morbosos, de su familia, vida de sexual, pasado, entre otros datos absolutamente irrelevantes para forjar una terapia. Reflexionemos, por ejemplo, sobre un tratamiento indicado en fobia específica, seguro que mas de uno se dio cuenta de que preguntar que relacion se mantiene con el novio es completamente inutil para llevar a cabo un tratamiento de exposición.

- Artículo 51º
Sin perjuicio de la responsabilidad penal que pueda suponer, constituye una grave violación de la deontología profesional atribuirse en cualquier medio - anuncios, placas, tarjetas de visita, programas, etc- una titulación que no se posee, así como también utilizar denominaciones y títulos ambiguos, que, aún sin faltar de modo literal a la verdad, pueden fácilmente inducir a error o a confusión, e igualmente favorecer la credulidad del público a propósito de técnicas o procedimientos de dudosa eficacia.

Retomamos el tema de antes, favorecer la credulidad ante tratamientos de dudosa eficacia. Quizá se refiera a frases como:

"Terapia de choque revolucionaria" “Unos alcanzarán el éxtasis y otros llegarán a la catarsis. Ninguno volverá a ser el mismo.” “La Caja Roja” es una cápsula que revoluciona tus emociones y las multiplica por 1.000. Si entras en la Caja feliz, conseguirás ser 1000 veces más feliz. Si entras destrozado, conseguirás tocar fondo mucho más rápido.” “Si hace menos de 30 días que te has enamorado y estás en una nube, la Caja Roja es el paso definitivo para salir de dudas. Y si lo que te ha pasado durante los últimos 30 días es que te han dejado y estás cayendo en una depresión, la Caja Roja acelerará el mal trago para que pase cuanto antes.”

Y después de todo esto, vosotros os preguntaréis, ¿Por qué todo el mundo calla ante la estafa de los farsantes? ¿Nadie protege los intereses del usuario? ¿No se puede hacer nada contra este fraude televisivo? Lamento decirles que la respuesta parece ser que no, estamos en un país donde los brujos y curanderos campan a sus anchas asegurando curar el cáncer, predecir el futuro, contactar con los muertos, o en nuestro caso curar todas las patologías mentales metiendo al paciente en una “caja”. Y el Ejecutivo español como siempre NO HACE NADA.

10 marzo, 2009

La Caja Roja (I)

La Caja Roja, alias la caja chamán, como le llamamos cariñosamente los psicólogos de verdad, es el nuevo y vergonzoso “Reality Show” de Tele5.

Como no era suficiente reírse de la ignorancia de la gente como hacia la telerealidad tradicional, ahora la telebasura de nueva generación también nos sorprende jugando con la salud de sus participantes. Qué bonito es aprovecharse de las desgracias ajenas para llenarse los bolsillos de cuartos.

No sé si vosotros, nuestros lectores, sois conscientes de lo lamentable de es esta situación. Un programa que se jacta de ser mejor que un psicólogo, que ofrece una mágica catarsis curativa a sus partícipes. Naturalmente todo esto sin someter ninguna de sus especulaciones a prueba alguna, interactuar con la ciencia o seguir algún cuerpo de conocimientos auténticos.

Fraudes como este, engatusan a los espectadores y por desgracia se han convertido en una realidad para quienes dejaron de cuestionar sus supuestos, lo consideran una verdad obvia y evidente. Creo que no sólo esa credulidad (a menudo dogmática) está injustificada, sino que es altamente perjudicial para los psicólogos, para los pacientes, y para la psicología como disciplina.

Este será el primer post de, esperamos, una larga de lista de ellos, donde desmontaremos todos y cada uno de los supuestos de esta patraña, haciendo ver a la gente que esta argucia televisiva no es más que un burdo intento que captar fortuna a costa de la salud mental de sus participantes. Parafraseando a uno de mis autores preferidos, Hans J. Eysenck, La caja está causando un daño indecible tanto a la psicología como a la psiquiatría, y está siendo igualmente dañina para las esperanzas y aspiraciones de incontables pacientes que confiaron en sus cantos de sirena. Es hora de enterrar la brujería y las terapias mágico-curativas y volver a una psicología efectiva, comprobada y útil para la gente.

Pues bien así que queda inaugurada una sección dedicada a La Caja que seguiremos escribiendo hasta que Tele5 decida quitarla de antena, porque los oyentes tienen derecho a conocer lo negligente de estas prácticas y lo indiferente que se muestra este canal ante la enfermedad ajena (si da dinero todo vale, aunque sea a costa del sufrimiento de otros).

Presentación

¿Ud. sabe que para el 34% de los habitantes de este país la ciencia es perjudicial? Es un dato un poco triste, sin duda. Imaginar que hay unos cuantos millones de personas cuyo cerebro permanece aún en la Edad Media es, cuanto menos, preocupante. En el caso de la psicología en particular, la cosa está sensiblemente peor. A todos los que estudiamos esta compleja ciencia nos estremece oír cosas como: “yo no creo en la psicología”, “los psicólogos sólo valen para subirte la autoestima”, o “Jodorowsky es un gran psicólogo”. A los estudiosos de esta disciplina nos preocupa que las cotas de ignorancia alcancen niveles tan exagerados en lo que respecta a nuestro campo de estudio. Y por ello, y cumpliendo con uno de los axiomas básicos de la ciencia, nos proponemos poner nuestro granito de arena en la gran tarea de divulgar conocimiento y culturizar a aquéllos que gusten de leernos. Probablemente no sean muchos, pero albergamos la esperanza de que al menos un par de personas en el mundo aprendan gracias a nosotros qué es realmente la Psicología, para qué sirve, y qué clase de cosas estudia. Así mismo, plantearemos también qué cosas NO son psicología, a pesar de ser en ocasiones llamadas así y de llevar delante la partícula “psico”.

Esperamos que este proyecto se convierta algún día en una lectura interesante para alguien, que sirva a los curiosos para satisfacer su avidez de saber y conocimiento, y a los no tan curiosos para aprender cosas útiles e interesantes. Todo esto, por supuesto, desde el marco de la ciencia y, en concreto, de la Psicología científica.

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