04 mayo, 2009

Relaciones a través de Internet: puntos positivos

Por lo general, la interacción social a través de Internet (chat, mensajería instantánea…) no goza de muy buena consideración. Se dice que la comunicación pierde el calor y los matices del cara a cara, que es más fácil engañar, que todo gira en torno al sexo. Los medios siempre ponen ejemplos de niñas que mandaron datos que no debían a perversos pedófilos camuflados, de ocultaciones de identidad, de omisión de datos. Parece que Internet invita a mentir y engañar sobre uno mismo para de este modo conseguir fines malévolos, amparándose en el anonimato que propicia la red. Sin embargo, los medios no suelen ser casi nunca el lugar idóneo para informarse de las cosas. Es innegable que tales cosas existen en Internet; no obstante, una visión más en profundidad puede mostrar grandes beneficios de la interacción a través de la red.

Para empezar, y como respuesta a los que dicen que la comunicación pierde calidad, es evidente que cambia el modo de intercambiar información. No se ve la cara de la otra persona, no hay lenguaje no verbal, no hay prosodia… Esto puede dar lugar, en ocasiones, a ambigüedades y a errores de comprensión. Sin embargo, este problema puede ser atribuible más a errores en la expresión del usuario que al medio en sí (nadie puede negar que una buena novela sea incapaz de expresar emociones… una muestra del poder del lenguaje escrito). Además, al igual que en su momento el correo o el teléfono, Internet tiene un enorme potencial para intercambiar información, lo cual, a pesar de las diferencias con respecto a la interacción directa, lo hace una herramienta valiosa para relacionarse.

Por otro lado, existe un cuerpo de evidencia que respalda que las relaciones manejadas a través de Internet pueden ser de calidad. Bargh, McKeena y Fitzsimons (2002) postulan que Internet promueve la expresión de lo que ellos llaman true self (yo real). En una interacción cara a cara, las personas tienden a inhibir algunas características de su personalidad que consideran que pueden ser rechazadas o pueden causar desaprobación social. Internet incluye dos características que pueden favorecer el actuar con mayor naturalidad: el anonimato, que permite expresarse al margen de las expectativas de comportamiento que podrían tener de nosotros y minimiza el riesgo de sanciones sociales; y la ausencia de coste de expresar aspectos tabú de uno mismo. En principio, toda persona tendría una motivación a evaluar socialmente su self, mostrándolo ante los demás para comprobar su reacción. En una situación cara a cara, es mucho más costoso, y por ello difícil, mostrar este self tal y como es. En una serie de tres experimentos, estos autores comprobaron que el yo verdadero estaba más accesible para los sujetos tras una interacción por Internet, pero no tras una interacción cara a cara (en la que se inhibían estratégicamente ciertos aspectos) o en una situación sin interacción. También se halló que la primera impresión era más positiva tras un primer encuentro por Internet, pues se tiende a atribuir características ideales al interlocutor, así como a aceptar más fácilmente aspectos de la personalidad del otro. Enlazando con esto, otro estudio (McKeena, Green y Gleason, 2002) encontró que es posible formar relaciones profundas y significativas a través de Internet, incluso a mayor velocidad que con interacciones cara a cara (exp. 1); que estas relaciones pueden prolongarse en el tiempo y extrapolarse con éxito a la vida real (fuera de la red) (exp. 2); y que esto puede deberse a una mayor intimidad y cercanía en la interacción por Internet, contrapuesto a una mayor superficialidad de las interacciones cara a cara. Comentaré un último estudio, de Mesch y Talmud, en el que se comprueba que en las relaciones por Internet, al igual que en las cara a cara, la similaridad es un factor importante a la hora de buscar y formar relaciones. Esto permite concluir que, si tenemos en cuenta que Internet favorece la apertura, sería más sencillo identificar personas similares, con lo que aumentaría también la probabilidad de formar relaciones significativas.

De todo esto, creo que se puede concluir con bastante certeza que Internet es, como mínimo, una buena herramienta de creación y/o apoyo de relaciones personales. Sería demasiado intrépido, a mi entender, afirmar que por sí solo puede sostener una relación plena. Pero sí puede ser un complemento muy valioso, y no conviene despreciarlo ni temerlo. Aunque, por supuesto, como con casi todo, la prudencia nunca está de más.


McKeena, K. Y. A.; Green, A. S.; Gleason, M. E. J. (2002): Relationship formation on the Internet: What's the Big Attraction?. Journal of Social Issues, 58 (1), 9-31.

Bargh, J. A.; McKeena, K. Y. A.; Fitzsimons, G. M.: Can you see the Real Me? Activation and expression of the "True Self" on the Internet. Journal of Social Issues, 58 (1), 33-48.

Mesch, J.S.; Talmud, I.: Similarity and the quality of online and offline social relationships among adolescents in Israel. Journal of Research on Adolescence, 17 (2), 455-466.

La pseudopsicología en la televisión (I). Monk

Es bastante común en televisión que se distorsione el rol del psicólogo y su papel. Esta recreación televisiva provoca constantemente concepciones erróneas en la gente de lo que es la psicología y cuáles son sus métodos. Las pseudociencias se nos muestran frecuentemente en tv como tratamientos acreditados de manos de actores que interpretan a prestigiosos psicoterapeutas, haciendo creer a los espectadores que eso es lo que realmente se hace en una consulta psicológica o psiquiátrica. En este caso os vengo a hablar de una famosa serie de detectives donde se aprecia este fenómeno. Su nombre es Monk.

Monk es una serie policíaca que se caracteriza por su pintoresco protagonista, Adrian Monk, un detective privado que padece de un trastorno obsesivo compulsivo (TOC), además de un sinfín de fobias poco comunes (entre otros problemas). A menudo en la serie podemos ver como Monk acude a su psiquiatra de corte psicoanalista para ir paliando sus múltiples obsesiones, compulsiones y fobias. Si continuamos viendo la serie durante un tiempo fácilmente podemos reparar en que nuestro excéntrico protagonista sigue acudiendo a su tratamiento psicoanalítico capitulo tras capitulo sin aparentes resultados.

Esto que podría parecer una simple anécdota de una serie de televisión es un vivo reflejo de una estafa que le ocurre en la realidad a cientos de personas. Un paciente con un problema acude a un psicoanalista esperando encontrar una solución en esta pseudociencia pero en vez de eso se tira meses y meses, incluso años pagando a un terapeuta, contándole sus penas y angustias sin que la enfermedad desaparezca o disminuyan sus síntomas.

Y es que la televisión a menudo a nos ofrece una visión muy irreal de lo que es la psicología. La increíble influencia que tiene el psicoanálisis y otras pseudociencias psicológicas en cine y la literatura nos hacen pensar que lo normal es un psicólogo que resuelve los problemas con hipnosis, rituales extraños, interpretando sueños, hablando del inconsciente, las pulsiones o las represiones de la infancia, como sucede en las series de televisión; nada más lejos de la realidad. Existen muchos estafadores como en nuestro ejemplo televisivo que se aprovechan de la desinformación del usuario para llenarse los bolsillos ofreciendo esperanzas que nunca llegan pero por la contra si existen tratamientos eficaces basados en ciencia que podrían haber resuelto los problemas de Monk hace años (si este fuera real).

La psicología científica, a diferencia del psicoanálisis y otros charlatanes, dispone de tratamientos muy bien establecidos para el TOC, uno de ellos es el EPR (exposición con prevención de respuesta), tratamiento de demostrada eficacia en varios estudios con diseño de grupo llevados a cabo por diferentes investigadores. Asimismo también existen tratamientos de eficacia probada para fobias específicas, como podría ser el tratamiento por exposición in vivo o algunas formas de terapia cognitivo-conductual. La Farmacoterapia tampoco se queda atrás con estudios que avalan la eficacia de medicamentos para estos problemas (clomipramina, fluoxetina, fluvoxamina, sertralina, paroxetina, etc.). Pero en vez de eso nuestro personaje así como otras personas del mundo real que padecen estos trastornos deciden acudir a terapias alternativas pseudocientíficas que solo intentan estafar al usuario con charlatanería barata.

Cuando necesite acudir a un psicólogo recuerde que lo que se ve en televisión no es un reflejo de lo que ocurre en una terapia seria, en la gran mayoría de los casos ni siquiera se acerca remotamente a lo que se hace en una consulta psicológica de verdad. Puede que el inconsciente, las pulsiones y demás palabrería queden muy bien en televisión pero para una persona con problemas no es tan divertido ser engañado con estas argucias. El trastorno obsesivo compulsivo así como las fobias son patologías para las que a día de hoy la ciencia dispone de soluciones. No se deje engañar, pida terapias acreditadas por profesionales cualificados y deje de dar de comer a los timadores.

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