25 abril, 2009

Los pseudopsicólogos en España. ¿Se aplica siempre el tratamiento correcto?

Todos estamos de acuerdo en que la psicología es una disciplina con estatus de ciencia, y como tal, el psicólogo debe adaptarse a esta premisa en su práctica profesional. Tanto en los códigos deontológicos americano como en el español, así como el mayoría países, se recoge por escrito la obligación de todo psicólogo de basarse en el conocimiento científico y de usar procedimientos suficientemente demostrados (artículos 1.05, 1.06 del APA, articulo 18 del COP).

Lógicamente esta formulación no se añade por capricho. Un psicólogo debe ser consciente de sus deberes profesionales y está obligado a procurar la mayor eficacia en su trabajo, así como un rendimiento óptimo de cara al paciente con los recursos de que actualmente dispone la ciencia. Para ello la psicología posee varias herramientas que nos orientan en nuestro camino científico hacia un buen éxito terapéutico, como son las guías de tratamientos psicológicos eficaces, donde se recopila la evidencia empírica que apoya y prioriza la aplicación de un tratamiento u otro sobre una patología concreta.
Aunque mucha gente no lo crea actualmente disponemos de suficientes investigaciones en el campo de la psicoterapia como para asegurar tratamientos al menos tan efectivos como la alternativa psicofarmacológica. Por ello es de vital importancia elegir bien entre todo el abanico de terapias posibles, centrarnos en las que dan mayor porcentaje de mejoría. Pero… ¿esto se tiene en cuenta siempre antes de elegir tratamiento?

¿Usted como lector cree que los psicólogos suelen emplear siempre la terapia más efectiva en cada caso? ¿Cree Ud. que normalmente los psicólogos tienen en cuenta la investigación que valida los tratamientos? ¿Cree que se elige siempre las prácticas demostradas frente a la charlatanería? Tristemente la respuesta parece ser no.

En una investigación realizada por Norcross y Prochaska (1983) se les preguntaba a los psicólogos clínicos cual era la razón por la que habían optado por una orientación u otra. Los resultados mostraron que la gran mayoría de los psicólogos escogía un tipo de psicoterapia por razones personales como gustos propios o porque era la orientación de su maestro/mentor. Sin embargo, casi nadie alegaba que usaba una orientación determinada porque era la más adecuada para el paciente, porque estaba más validada de forma empírica o porque los metaanálisis mostraban más mejoría en un trastorno concreto.

Otra investigación en la misma línea, publicada por Garb (2000) sugiere que existe una fuerte predisposición en los profesionales de la psicología para guiarse por su experiencia propia antes que por la investigación empírica, además de una marcada tendencia a no establecer observaciones metodológicas y no atender a la investigación empírica cuando ésta contradice sus observaciones personales.
Esto es especialmente peligroso, ya que normalmente por la limitación de tiempo no se suele evaluar el éxito de la intervención, cuando se evalúa suele ser de forma metodológicamente pobre y por si fuera poco tampoco se realizan seguimientos a los pacientes, tanto como nos gustaría, para ver hasta qué punto nuestro tratamiento fue exitoso.
No es nada infrecuente que la experiencia propia nos lleve a conclusiones erróneas o nos lleve a aplicar tratamientos aparentemente curativos pero que no lo son tanto (estos “profesionales” parecen no darse cuenta).

Vamos a añadir un tercer estudio ilustrativo de esta idea, esta vez en ámbito español, de Santolaya Ochando, Berdullas Temes y Fernández Hermida (2000), donde se analizaban las orientaciones teóricas declaradas por psicólogos colegiados que se dedicaban a la psicología clínica. Según las conclusiones de este estudio, un gran porcentaje de “profesionales” en nuestro país se encuentran en modelos teóricos que no cuentan con ninguna terapia acreditada.

La conclusión que podemos sacar de todos estos datos, es que la situación en psicología es muy mejorable. Supongo que el arrastrar una tradición filosófica, el desconocimiento del usuario medio o la implicación de estudios de la mente humana hacen a la disciplina psicológica especialmente apta para farsantazos y estafadores varios. No es ningún secreto que en psicología hay mucho charlatán que prefiere creencia a ciencia. Sin embargo, hay grandes profesionales que usan tratamientos muy contrastados y que desarrollan un innegable servicio a la salud mental, siempre escudados en la evidencia científica, y eso es lo que debemos buscar y reivindicar. Como no podía acabar el artículo sin aportar nada constructivo a la crítica me gustaría recalcar la importancia de basarse en la ciencia y en los estudios de verdad. De igual modo me gustaría decirles a los pacientes que se informen antes de acudir a un psicólogo, para exigir competencia y profesionalidad, y alertar a la gente ante el gran abanico de chamanes chupacuartos para que busquen una terapia seria. Que demanden servicios de calidad y pruebas objetivas, que no tengan miedo de preguntarle a un psicólogo su corriente y que se informen de las implicaciones que esto conlleva. La psicología puede ser de gran ayuda a sus problemas pero solo si se escoge el profesional adecuado.



Referencias bibliográficas usadas en el artículo: Labrador, F.J. (Ed.) (2008). Técnicas de modificación de conducta. Madrid: Pirámide.
Pérez, M., Fernández, J.R., Fernández, C. y Amigo, I. (Eds.) (2003). Guía de tratamientos psicológicos eficaces I. Adultos. Madrid: Pirámide.

15 abril, 2009

Como buscar información de psicología en la Red

La psicología como disciplina mostro una gran expansión desde los últimos años, un desarrollo frenético que multiplico exponencialmente la cantidad de bibliografía disponible en este ámbito científico. Existe una gran cantidad y variedad de información útil de muy diversa índole. El problema radica en que cada vez existe más información a distinguir. El gran volumen de documentación tanto disponible como de nueva aparición hace imprescindible que se desarrollen una serie de habilidades y recursos para acceder a esta investigación de forma rápida discriminando lo útil de lo que no lo es. Además de esto, debemos tener en cuenta que la información envejece cada vez más rápido y todo licenciado tanto investigador como profesional aplicado necesita un acceso a esta información de forma bastante periódica para estar “al día” en su trabajo.
El objetivo de este artículo es mostrar cuales son los recursos y estrategias de búsqueda en internet de estas publicaciones.

Las direcciones que figuran con un asterisco (*) son para acceso SOLO desde la red de la USC (Universidad de Santiago de Compostela)

Bases de datos de la APA (American Pychological Association): la base de datos más importante y primera referencia obligada. Es el buscador mas completo, el mas usado y el que permite definir mejor las variables de busqueda. El problema radica en que es de pago, solo podremos consultar previa suscripción privada o institucional. En nuestro caso podremos acceder desde la universidad (USC) de forma gratuita.

* PsycINFO
* PsycARTICLES
* PsycBOOKS
* PsycCRITIQUES
* PsycEXTRA

Bases de datos del CSIC (Consejo Superior de Investigaciones Científicas): base de datos que contiene la producción científica publicada en España desde los años 70. Recogen fundamentalmente artículos de revistas científicas y de forma selectiva actas de congresos, series, compilaciones, informes y monografías. Es de acceso gratuito.

CSIC, ISOC - PSICOLOGÍA

También disponemos de otras Bases de datos importantes de acceso gratuito desde el FECYT (Federación Española para la Ciencia Y Tecnología) como MEDLINE e ISI Web of Knowledge (En algunos casos a pesar de ser de acceso gratuito necesitamos que nuestra entidad este suscrita al no permitir el acceso de forma particular, en este caso la USC lo esta)

* MEDLINE

PSYKE
SCOPUS
TESEO (Solo para tesis doctorales)

PUBMED
NLM GATEWAY

* ISIKNOWLEDGE
* ISIKNOWLEDGE – Journal of Citation Reports
* ISIKNOWLEDGE – ISI Proceedings
* ISIKNOWLEDGE – Web of Science

En caso de no tener acceso a estas bases de datos, disponemos de unos Buscadores Específicos para obtener información más selectiva y de ámbito científico, a los que deberemos recurrir antes de los buscadores generales.

GOOGLE ACADÉMICO
LIBRA ACADEMIC SEARCH
SCIRUS


Referencias bibliográficas usadas en el artículo: Labrador, F.J. (Ed.) (2008). Técnicas de modificación de conducta. Madrid: Pirámide

08 abril, 2009

Los test de inteligencia y el CI

No he podido dejar de notar que la mayoría de perspectivas entienden que las pruebas de CI evalúan capacidades. Esto es, una serie de problemas abstractos evalúan una capacidad más general de resolución de problemas relacionados en el contexto más amplio de la vida cotidiana. Sin embargo, hay evidencia bastante consistente de que lo que evalúan en realidad no son capacidades, sino habilidades. Puede parecer que hay pocas diferencias, pero en realidad el cambio de perspectiva es importante.

Para empezar, planteándonos el problema del CI desde el punto de vista de las habilidades cognitivas, nos encontramos con que éstas son poco generalizables. Esto es, un buen rendimiento en la tarea X no implica un buen rendimiento en la tarea Y, siendo ambas tareas que comparten la misma estructura formal pero distintos contenidos. Esto es lo que nos encontramos en los test de inteligencia, en los que aparecen una serie de problemas abstractos, de cuya resolución en absoluto podemos inferir una generalización. Ello pone en duda el valor predictivo real de los test de CI.

Por otro lado, si asumimos que los test de inteligencia miden habilidades, y una cartacterística esencial de éstas es que son aprendidas, el CI carecería por completo de valor alguno, pues puede ser entrenado. Me remito al famoso estudio de Baltes y Willis, en el que se demostró que era posible mejorar la puntuación de CI de un grupo de ancianos en tan sólo unas pocas sesiones. Esto implica que es posible puntuar alto en un test de inteligencia entrenando únicamente los problemas abstractos que lo componen, sin que esto necesariamente implique una más eficiente resolución de problemas en un contexto ecológico, lo cual también pone en duda el valor predictivo del CI. Del mismo modo, tampoco podríamos esperar que un adecuado afrontamiento de problemas en la vida cotidiana se vaya a ver reflejado en un test.

Por supuesto, los test de inteligencia no contienen sólo problemas abstractos, sino también ejercicios con componente semántico. Más claro está en esta situación que el aprendizaje, y no la capacidad, es el que determina el resultado.

Pero no es sólo el hecho de que los test de inteligencia midan rendimiento en tareas formales específicas es criticable. Aún si considerásemos que lo que evalúan realmente son los procesos cognitivos por los cuales se resuelven estos problemas, independientemente del tipo de tarea y del conocimiento semántico, estaríamos hablando de habilidades entrenables. Las estrategias de resolución de problemas también se aprenden, habiendo una clara distinción entre expertos y novatos. No se puede concluír que una persona es más inteligente que otra sólo porque la primera es capaz de resolver un problema con mayor eficiencia. Tampoco aquí encontramos nada que apoye el valor predictivo de los test de CI.

Y ahora viene la pregunta: ¿cómo podemos explicar que correlacione en cierta medida con el éxito académico? Pues por varias razones. Primero, en muchos países el CI se utiliza como dato para filtrar a la gente. Esto es, sin un CI alto, el sistema no da la posibilidad de tener éxito académico. Podríamos incluír aquí el efecto de profecía autocumplida. Segundo, si sabemos que los test de inteligencia miden habilidades, y éstas son aprendidas, es razonable pensar que la persona con alto CI las ha aprendido en algún sitio. Cabe suponer que esta persona ha estado sometida, por los motivos que sean (motivación, presión de los padres, aprendizaje vicario...), a una mayor estimulación, lo cual en principio también se reflejaría en sus resultados académicos.

¿Y qué hay de esa observación del profano, de que las personas con un alto CI "parecen inteligentes"? Bueno, la gente de la calle suele confundir "inteligencia" con "sabiduría". Curiosamente, andan menos desencaminados que muchos psicólogos de pro. Simplemente, las personas con una buena estimulación cognitiva puntúan un CI más elevado, y también suelen hacer gala de mayor conocimiento debido precisamente a esa mayor estimulación.

¿Y qué nos queda de todo esto? Pues que es probable que los test de inteligencia desde el punto de vista de las capacidades, y el concepto de CI, valgan para bien poco. O, al menos, que no es adecuado el uso que actualmente se hace de ellos.

05 abril, 2009

Sobre el respeto y la legítima diversidad de teorías

A menudo los detractores de la superstición y las prácticas no demostradas reciben duras amenazas y críticas por parte de colectivos que ven amenazados su nuevo filón de oro o sus arraigadas creencias irracionales.

Ayer mismo, recibimos un pequeño puñado de cariñosos insultos insípidos e infantiloides. ¿La razón? Estos “iluminados abiertos de mente” tienen la creencia irracional de que los hechos no necesitan ser demostrados. Cualquiera puede aplicar sus credos y experiencias oriundas al campo de la salud escudándose en la honorable frase de “la diversidad siempre es buena”.

Esta diversidad o variedad de alternativas “terapéuticas”, lejos de ser útil, constituye una práctica deshonesta que se aprovecha de la ignorancia de la gente. O bien se alude a lo profundo de la sabiduría tradicional, se afirma que la ciencia no lo sabe todo, o se recurre a falacias argumentativas típicas “si lleva existiendo tanto tiempo significa que alguna utilidad tendrá” “si a tanta gente le funciona será que por algo” o la mítica y archiconocida falacia de “fulanito fue al gurú X y salió curado”. Todos estos argumentos tienen algo en común, se basan en errores de razonamiento. Y al no reflexionar sobre ellos, en principio nos podrían parecer realidades legitimadoras del uso de estas conjeturas. La lingüística nos confunde y aparecen falsas explicaciones que se disfrazan de verdaderas evidencias. En realidad esto no es más que una maniobra justificadora para instarnos a abandonar tratamientos probados a lo largo de diversas investigaciones para optar por una “esperanzadora cura” que no tiene más garantías que la palabra del pseudocháman de turno que fervientemente asegura que funciona.

Cuando criticas con la evidencia en la mano alguna de estas dudosas prácticas, negligentes para el paciente, y demuestras que una de estas chapuceras teorías no se sostiene, alegas que no dispone de soporte empírico o que nunca se haya hecho una investigación al respecto. Entonces es cuando a falta de argumentos para rebatir tus acusaciones, llega el ataque de siempre: “¡eres un radical cientificista!, hay que respetar las teorías y prácticas de los demás”

Sé que en los tiempos que corren no hay nada más bonito que hablar de respeto, moralidad, apertura al conocimiento ancestral y a las sabias tradiciones místicas. Pero difícilmente se puede respetar a un estafador que cambia certezas por explicaciones mágicas, o tratamientos actuales y testados por medicina del siglo pasado. Si un médico recurriera a prácticas tradicionales y nos cauterizara una herida con un hierro ardiente en vez de aplicarnos unos puntos pondríamos el grito en el cielo, volarían las demandas, nos cagaríamos en toda su familia. Seguro que en estas circunstancias nadie aludía al respeto por la utilización de métodos alternativos. Sin embargo si un “médico” naturista nos recomienda abandonar un tratamiento médico para tomar una hierbecita que se lleva suministrando desde la edad media sin mucho resultados, es un visionario, alguien que nos trata sin aludir a métodos artificiales y que se respalda en tradiciones centenarias en vez de recurrir a las malvadas farmacéuticas.

El respeto parte de considerar algo como valioso o útil. Si bien podemos respetar ciertas prácticas en su contexto histórico, cuando no se disponía de mayores medios, hoy en día, en el marco actual, nos sería imposible hacerlo. Como colectivo conocedor de la ciencia tenemos el deber de fomentar un pensamiento crítico y desenmascarar fraudes que atentan contra la salud. Quitarle el trabajo a esos farsantazos que se nutren de la desgracia ajena, que a pesar de no tener la constancia para estudiar una carrera creen que pueden desempeñar la misma tarea que los profesionales cualificados o incluso mejor que estos. Pasarte media vida en un laboratorio para convertir una idea en un bien para la humanidad no es tarea fácil, sin embargo esto beneficia a millones de personas. Por contra, un pseudocháman que no se cimienta en supuestos sólidos, que no realiza estudios, que no invierte el tiempo documentándose, leyendo bibliografía o comprobando sus teorías exige el mismo respeto a pesar de estar cometiendo un fraude descarado y mostrando una brutal indiferencia ante los problemas ajenos. Sinceramente no se lo merece. Así que antes de acusar a alguien de radical, irrespetuoso o sectario pensad en el poco respeto que muestran estos personajes de “mentalidad abierta y actitud tolerante” a los derechos que poseen las personas de recibir el mejor tratamiento posible a su enfermedad.

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