16 marzo, 2009

Maconochie y la reinserción penal

La economía de fichas es un sistema terapéutico basado en el moldeamiento, que puede aplicarse a grupos. Básicamente consiste en proporcionar refuerzo positivo ante ciertas conductas objetivo, habitualmente en forma de fichas o puntos canjeables por premios o privilegios deseados por el sujeto. En ciertos programas se aplica también castigo negativo ante conductas inadecuadas, en forma de pérdida de fichas. El sistema en cuestión es enormemente útil y valioso para reinsertar a enfermos psiquiátricos y delincuentes, fomentando las conductas socialmente aceptadas e inhibiendo las inadecuadas. Parece evidente que este sistema fue ideado dentro de la corriente conductista de mediados del siglo XX. Sin embargo, los antecedentes se remontan por lo menos a un siglo antes.

A mediados del siglo XIX, Alexander Maconochie, funcionario de prisiones del Imperio Británico, aplicó con éxito un programa de economía de fichas. Su trabajo nunca llegó a ser reconocido, y su historia merece ser, si bien brevemente, contada. Para ello me baso en el relato que de esto hace Hans J. Eysenck en su libro “La rata o el diván” (1972).

Maconochie fue enviado a trabajar a las colonias oceánicas en 1837, cuando le fue solicitado que investigara sobre el deficiente sistema penitenciario británico. Sus propuestas, demasiado renovadoras y rupturistas, provocaron su destitución. Curiosamente, unos años después fue nombrado superintendente de una colonia penal, la isla de Norfolk, en la cual aprovechó para aplicar y comprobar sus ideas. En contra del sistema de castigo por venganza que imperaba entonces en las prisiones (y, en mi opinión, sigue imperando ahora) la idea de Maconchie se resume en esto: “Pienso que las condenas temporales son la raíz de casi toda la desmoralización que existe en prisión. Un hombre bajo sentencia temporal sólo piensa en cómo engañar durante ese tiempo y después; rehúye el trabajo porque no le interesa para nada y no desea agradar a los funcionarios a cuyas órdenes está porque de nada le sirven, no pueden promover en alguna forma su liberación. (…) Ahora bien, estos (…) males se remediarían introduciendo el sistema de redención por el trabajo.” Esto es, proponía una idea de rehabilitación de los delincuentes, más allá de una prefijada condena estéril cuyo único objetivo es mantener a los criminales lejos de la sociedad. Entre las medidas que promovió estaban las condenas indefinidas, la educación para la reintegración en la sociedad, la separación y clasificación de prisioneros para crear una dinámica favorable de grupo, la participación activa de los reclusos en la vida de la prisión, el contacto directo de las autoridades con los presos, sistemas educativos y formativos para los reos, el permiso para llevar a cabo trabajos ocupacionales voluntarios (como cultivar un jardín), entre otras cosas. Para Maconochie, la función de la prisión era socializar a los presos, y para ello debía parecerse todo lo posible al mundo exterior.

Las ideas de Maconochie se hicieron realidad en la prisión de Norfolk, en la que se aplicó un sistema de condenas de trabajo, en lugar de temporales. Para evaluar el progreso de este trabajo, los presos debían conseguir “notas de recomendación”, que era posible obtener por medio de la realización de distintas tareas y por buena conducta. El preso empezaba de 0, y a medida que iba ganando “notas” podía mejorar sus condiciones de vida mediante la ganancia de privilegios, cuyo valor dependía del número de “notas”. Las malas conductas no se castigaban con los métodos al uso en la época, sino con multas en forma de pago de estas “notas” y pérdida de privilegios. En etapas avanzadas, los presos se juntaban en grupos y eran evaluados como tal, siendo las ganancias y las pérdidas compartidas. Con esto se pretendía que las condiciones a medida que avanzaba la condena y se acercaba la liberación fueran cada vez lo más parecidas posibles a la vida real. Como podemos ver, estos procedimientos son muy parecidos a los utilizados en las “economías de fichas” actuales, y resultan un planteamiento sorprendentemente moderno, incluso para hoy en día. Uno no puede dejar de admirarse de que tales cosas se idearan a mediados del siglo XIX.

La eficacia de los planes de Maconochie, sin embargo, se vio seriamente comprometida por ciertos factores: la presión de las autoridades, las penas temporales que algunos presos debían cumplir al margen del régimen de trabajos, las malas condiciones en las que llegaban los presos (constituían lo peor de la delincuencia del Imperio, sometidos a torturas y vejaciones por el sistema penitenciario inglés), la falta de ayuda económica, la hostilidad de los colonos (como siempre, la plebe pide venganza y sangre), el aislamiento de la isla… Finalmente, Maconochie fue injustamente destituído en 1844, cuando su proyecto estaba comenzando a alcanzar los resultados deseados. A pesar de las calumnias y falsedades que sufrió por parte de muchos funcionarios, su éxito quedó reflejado en muchos otros testimonios, que atestiguan que la conducta de los presos tanto dentro como fuera de la prisión cambió enormemente. Muchos se convirtieron en ciudadanos de bien, crearon negocios, fundaron familias, y jamás volvieron a delinquir. La escoria del Imperio se transformó en “los hombres del capitán Maconochie”, símbolo de lo que puede llegar a hacer un sistema penitenciario adecuado. No se puede afirmar mucho más sin ayuda de un análisis cuantitativo, pero el hecho de que existan testimonios positivos tras la intensa campaña de difamación que el gobierno emprendió contra este proyecto es revelador. Cuesta creer que, a pesar de todo, la experiencia fuera considerada como un fracaso y Maconochie acabara siendo destituído y enviado a otra prisión, con un rango subordinado e incapacidad para aplicar ninguna de sus ideas.

Y, hoy en día, en España la gente pide cadena perpetua. En lugar de investigar sobre el legado que Maconochie dejó en el campo de la ciencia penal, en lugar de tratar de aplicar la ciencia para mejorar la sociedad y a las personas, la gente, la chusma, sigue pidiendo venganza y sangre como hace más de un siglo, promoviendo la aplicación de sistemas que llevan demostrando ser ineficaces toda nuestra historia y fomentando la desadaptación y la marginación de las personas que han delinquido.

3 Comentários:

Anónimo dijo...

Que gran tarea la de enseñar a los demás personajes históricos que han sido difamados injustamente.

Desde luego este tema invita a una reflexión profunda del sistema penitencial (de este y de otros estados). Aún así hay que entender esa "sed de justicia" que tiene la gente a lo largo de las generaciones (sin necesidad de llamar chusma y otras lindesas).

Entiendo la necesidad de hacer una investigación sobre estas ideas que hoy en día son tan revolucionarias como en aquel entonces...pero el sistema actual no permitiría resultados concluyentes y el cambio de sistema, sin pruevas, es imposible de realizarse.

Un tema polémico sin duda, pero una vez más un voto de confianza a favor de la gente de ciencia que intenta resolver todos y cada unos de los enigmas del universo, suscitando controversia, pero intenda hacer de nuestra corta estancia aquí...algo mejor

Jon Rivero dijo...

Como medir la confianza en un medio virtual, con todo lo profundo y enrevesado que conlleva

enhorabuena por esta nueva apuesta
un colega cantabro de nanduco

Héctor dijo...

¿Conoces referencias de estudios que muestren que efectivamente estos procedimientos funcionan y se mantienen fuera del penal? Y para qué tipo de delincuentes funcionan y demás...
Te lo comento, porque ahora no sé dónde lo tengo, pero creo que del colegio de psicólogos me llegó un monográfico sobre el tema en la revista "Papeles del Psicólogo" y creo recordar que los datos no eran tan positivos.

Un saludo ;)

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