31 marzo, 2009

Indefensión vs superstición

Hoy toca hablar de un interesante debate dentro de la psicología básica (y, para los que de principio crean que va a ser un coñazo, sostengo que la básica es fascinante). Se trata de una situación muy típica en psicología, en la cual en dos condiciones aparentemente iguales se producen dos fenómenos totalmente distintos. En este caso, hablaremos de la indefensión aprendida y de la superstición o ilusión de control.

La indefensión aprendida tiene lugar cuando se somete a un animal a una situación en la que se presentan estímulos o eventos aversivos (p. ej. descargas), que no están señalizados. Esto los convierte en incontrolables e impredecibles (que al fin y al cabo es casi lo mismo: predecir un evento permite controlarlo). Esta situación produce un síndrome en el animal que consiste en: un déficit motivacional (la rata no huye de la descarga, se vuelve pasiva), un déficit cognitivo (la rata muestra dificultades para aprender en posteriores situaciones en las que el EI sí está precedido por un EC, y es por tanto predecible), y un déficit afectivo. Para los autores que desarrollaron esta idea, es como si el animal aprendiera que no hay nada que hacer y se rindiera a su suerte. La numerosa investigación animal sobre el fenómeno contribuyó a eliminar hipótesis alternativas al déficit, y consolidó a la indefensión aprendida como una nueva forma de aprendizaje, no observada con anterioridad. Lo que se aprendía, para estos autores, era sencillamente que el evento era incontrolable. A raíz del éxito de este planteamiento, se decidió dar el gran salto a los humanos. Para muchos, no pasó desapercibida la enorme semejanza entre el síndrome de indefensión y la depresión, por lo que no se tardó en crear una teoría de la depresión por indefensión aprendida. Según ésta, si se daban una serie de condiciones en la vida de las personas, desarrollaban depresión a través de este mecanismo. Los requisitos eran percepción de incontrolabilidad de los eventos externos (y recalco lo de percepción), atribución interna (es decir, atribuír la falta de control a la propia incapacidad), percepción de estabilidad (es decir, creer que la situación se va a mantener en el tiempo), y generalización (creer que la situación se da en todas partes). No es raro que una persona tenga este tipo de cogniciones cuando pasa por algún momento difícil, en el que ocurren cosas fuera de su control (muerte de familiares, pérdida de empleo…). La teoría se fue matizando, pues no todas las personas que pasan por situaciones que a priori provocarían indefensión acaban deprimidas. Por ello, se distinguió entre depresión endógena (en la que la vulnerabilidad biológica tenía un mayor peso) y la depresión reactiva (en la que las condiciones ambientales tenían más protagonismo). Se realizó numerosa investigación con humanos para comprobar que la indefensión aprendida de hecho se producía, al menos en situaciones de laboratorio, y durante un tiempo esta teoría gozó de notable éxito.

Sin embargo, siempre surgen voces críticas. Las más demoledoras se basaron en un descubrimiento de Skinner. Éste sometió a palomas a unas condiciones en las que se les dispensaba automáticamente comida, de forma incontrolable e impredecible. Tras un tiempo, observó que cada paloma había desarrollado un patrón de conducta distinto, como si “creyeran” que su realización provocaba de hecho la aparición de comida. Ocurría que, aleatoriamente, se reforzaba alguna conducta de la paloma, lo cual acababa provocando una especie de comportamiento supersticioso o ritualista. Esto parece contradecir la hipótesis de la indefensión aprendida, según la cual las palomas deberían aprender que el estímulo es incontrolable. Existen diferencias importantes, pues en este experimento se usan estímulos apetitivos en lugar de aversivos; sin embargo, este planteamiento supone un duro reto para la teoría de la depresión por indefensión aprendida, pues ésta supone que la depresión ocurre cuando la persona percibe que los eventos del ambiente ocurren independientemente de lo que haga. En la búsqueda por la variable clave para que se produzca indefensión aprendida en humanos, se halló que los experimentos en los que se hallaba indefensión aprendida en sujetos humanos se caracterizaban por tener feedback de error. Esto es, en tareas de resolución de problemas irresolubles (incontrolables por tanto), se decía al sujeto que sus respuestas eran incorrectas; y en tareas de evitación de estímulos aversivos incontrolables (un ruído fuerte y molesto) se decía que su acción no era la adecuada para evitar el evento. En experimentos en los que se eliminó el feedback de error, los sujetos tienden a desarrollar ilusión de control, esto es, a creer que su respuesta realmente sirve para algo. Es más, si se les decía al final que realmente lo que habían hecho estaba todo mal, muchos sujetos no se lo creían. Estos experimentos ponen de manifiesto que en realidad la indefensión aprendida no ha sido demostrada en humanos, pues el feedback de error puede ser una explicación alternativa al fenómeno. Y es difícil crear una situación en la que la persona perciba falta de control sin feedback, pues los humanos tenemos la tendencia a formular hipótesis explicativas de cada cosa que nos pasa, lo cual nos lleva muchas veces a la superstición, o a una falsa sensación de control.

Las posturas más conciliadoras consideran que indefensión y superstición pueden ser los dos extremos de un continuo. Por ejemplo, una persona que ha sido diagnosticada de una enfermedad incurable podría tomar dos cursos de acción: darse cuenta de que la terapia no vale para nada, y de que la enfermedad está fuera de su control, lo cual degeneraría en depresión; o por el contrario desarrollar la creencia de que posibles mejorías transitorias se deben a terapias o actividades que pruebe el paciente, lo cual llevaría a superstición (y por qué no, esperanza). Este punto de vista es coherente con la observación de que los sujetos deprimidos tienden a mostrar menos ilusión de control que sujetos no deprimidos. La superstición surge de la creencia de que el ambiente se puede controlar, y la depresión de que no se puede. La investigación sobre el tema nos dirá bajo qué condiciones tiene lugar cada una.

1 Comentário:

Anónimo dijo...

Texto buenisimo, me lo ha dejado muy claro.
Gracias

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